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Una aerolínea canadiense ha encontrado una manera de hacer que sus aviones no desaparezcan casi nunca. Se trata de un método especialmente atractivo después de que las operaciones de búsqueda de dos vuelos malasios desaparecidos hayan tenido en vilo a todo el planeta. La compañía aérea canadiense First Air vuela a través de algunas de las zonas más remotas y menos pobladas del continente, incluido el Círculo Polar Ártico. Y aunque sus aviones se encuentran a menudo más allá del alcance de los radares convencionales, casi nunca desaparecen. ¿Cómo lo logran?

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El medio británico ‘The Independent’ explica que este resultado sorprendente se debe a un sistema de seguimiento de poco menos de 3 kilogramos y aproximadamente del tamaño de una caja fuerte, instalado en las bahías de la electrónica de los aviones. Cuando vuelos proceden normalmente, el sistema nunca interviene en su acción. Pero si algo sale mal, el sistema comienza la transmisión de datos a la Tierra, a través de satélite, cada segundo. El dispositivo elabora datos de rendimiento, así como los conceptos básicos necesarios para una búsqueda y rescate: coordenadas, velocidad y altitud.

Y esta tecnología muestra resultados exitosos, a diferencia a la tecnología más avanzada, con la que los aviones resultan ser sorprendentemente poco comunicativos. Por ejemplo, los transponedores que emiten ubicación sólo funcionan en conjunto con el radar. Al mismo tiempo, el problema de las cajas negras es que poseen todos los datos clave de vuelo, pero no los comparten. También graban la conversación en la cabina, pero sobrescriben el audio cada dos horas. Y otros sistemas de datos como ACARS transmiten datos a la Tierra con intervalos predeterminados, por ejemplo, cada diez minutos.

Pese a que el sistema de First Air es mucho mejor que las tecnologías que usa la mayoría de los aviones, las compañías no lo utilizan; en primer lugar, por el costo: solo su instalación cuesta alrededor de 120.000 dólares por avión. Para una pequeña compañía como First Air, que tiene una flota de unas 20 aeronaves, no es mucho, pero a una aerolínea grande con cientos de aviones ello le costaría millones de dólares. Además, el director de la empresa diseñadora del sistema FLYHT, Bill Tempany, explica que las aerolíneas tienden a ser “muy conservadoras”. Cualquier nueva tecnología requiere nuevo entrenamiento de pilotos y personal de tierra y abre nuevas vías para los errores.

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