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Natasha habla en un catalán casi perfecto. Sólo dice “tontos” en castellano porque no encuentra una palabra mejor en catalán para referirse al gobierno español. “Trobo que són tontos”, dice como resumen de un análisis entre lo político, lo sociológico y lo personal.

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Natasha Hébert nació en 1970 en Saguenay-Lac-Saint-Jean, uno de los bastiones independentistas de Quebec, “como l’Empordà en Cataluña”, pone como ejemplo. Creció en una de las regiones más politizadas de la provincia, hija de profesores “muy independentistas” y votó sí a marcharse de Canadá en 1995, en el segundo y último referéndum que se celebró en Quebec. En 1980, en el primero, los independentistas de René Lévesque obtuvieron el 40,5 % de los votos. En 1995, el 49,4%. “En mi región los independentistas sacaron el 94% de los votos y aún estamos buscando al 6% que dijo que no”, bromea Natasha.

En noviembre de 2013, Artur Mas envió a su vicepresidenta Joana Ortega a Quebec para copiar su modelo separatista. Para la Generalitat Quebec siempre fue un espejo. “Queremos decidir nuestro futuro como ellos”, reclamaba el president tras el simulacro de referéndum de 2014 en Cataluña. “Canadá es más respetuoso con Quebec de lo que España lo es con Cataluña”, se ha quejado en más de una ocasión. Jordi Pujol recibió en 1996 la Orden Nacional del Quebec. “Me siento quebequés”, proclamó.

La Oficina de Quebec en Barcelona tiene cerca de un centenar de personas registradas, aunque son muchos más los quebequeses que viven en Cataluña.

Natasha trabaja en la galería Toni Tàpies de Barcelona. Viajó a Cataluña en 1999 “huyendo del invierno” canadiense y se quedó en 2004 tras enamorarse de un catalán. Desde España admite que ahora votaría que no a la independencia de Quebec. “Cuando empiezas a viajar y te alejas del país, te das cuenta de que eres más canadiense que de Quebec”, reconoce.

– ¿Votaría entonces que no a la independencia de Cataluña?-

Hace dos años habría dicho que no, hoy ya digo sí a la independencia.

Para Natasha hay varias diferencias a favor de la Cataluña independiente. “Cataluña tiene más motivos para la independencia que Quebec, tiene unas raíces históricas más profundas y tiene mucha más riqueza. Quebec es un país mucho más pequeño y necesita a Canadá, sobre todo en una zona en la que Estados Unidos tiene tanto poder. A Cataluña sí la veo independiente en un contexto europeo con más países pequeños”.

Sylvie Bussières tiene 50 años y es escultora. Viajó de Quebec a Valencia y de Valencia a Barcelona. “Me casé con un catalán y su familia me ha adoptado”, cuenta. También participó en el referendum de 1995. “Me pareció muy bien que la gente pudiese decidir qué quería y que todos aceptasen el resultado de la mayoría, aunque fuese por muy poco. Fue una muestra de respeto y democracia”.

“La pregunta es si puede irse atrás en Cataluña y evitar la ruptura emocional definitiva.” Sylvie Bussières (escultora)

Hoy observa en directo el proceso de Cataluña. “Es muy interesante analizar lo que está pasando, es un movimiento más social que político, los partidos han ido a remolque de iniciativas de la gente y esto no fue así en Quebec. Pero creo que las diferencias importantes son dos. Una es que la cultura catalana es minoritaria y no cuenta con un apoyo internacional que sí tiene la cultura francófona. La otra es que Canadá tiene una tradición democrática más fuerte que en España, donde quedan restos del autoritarismo del régimen de antes. La prueba es que en Quebec se han hecho referéndums y en Cataluña no se puede”.

Natasha vuelve al sí, pero no. “Me gustaría que hubiera un gobierno en España que hiciera que la independencia de Cataluña no fuera necesaria. O más que un gobierno, un contexto. España quiere ser tan castellana que olvida la riqueza de sus distintas culturas. Aquí se podría vivir mejor desde el reconocimiento de las diferencias, pero parece imposible”. Y vuelve al castellano para hablar de “tontos”, de “tozudos”. “El gobierno de Madrid podría hacer más, negociar mejor, pero son tontos. Y al final cuando no hablas con tu pareja, lo mejor es divorciarte”. Y lo dice con pena porque le gusta España. “Mucho. Me gusta España, me gusta hablar español. Todo el país es increíble, su historia, su profunda cultura. Me gusta el Museo del Prado, me gusta Goya, y no quiero perdérmelo”.

“En Cataluña existe un problema político complejo y un plebiscito es una simplificación causada por la falta de negociación”, apunta Sylvie. “La pregunta es si puede irse atrás y evitar la ruptura emocional definitiva”.

“Si Cataluña es oprimida, los catalanes votarán sí, pero si hubiera un referéndum, votarían no.” Natasha Hébert (galerista)

Natasha está convencida de que si Cataluña es “oprimida”, los catalanes votarán sí a la indepencia. Pero también cree que si hubiera un referéndum legal, los catalanes votarían no. “La gente es independentista hasta que llega la hora de la verdad. Luego da un paso atrás”.

¿Tienen miedo al futuro en Cataluña?

Responde Sylvie: “Si la independencia se decide pacíficamente y democráticamente no debería preocuparnos”.

¿Y si la independencia no llega?

Responde Natasha: “Yo no tengo miedo. No pasó gran cosa en Quebec. Una semana de depresión y se pasó”.

Fuente: El Mundo

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